Nos llamamos Betel, porque creemos en la presencia real de Cristo en medio de su pueblo, y la congregación es ese Betel, casa de Dios que ejerce como un hospital en medio de una fuerte guerra espiritual en la cual hay muchos muertos (inconverso) y heridos en el corazón (creyentes dormidos al estar embelecidos con este mundo o con un escudo de la fe perforado por la incredulidad a tal realidad espiritual o apaliados por los problemas y luchas) sin embargo distamos de ciertos cultos postmodernistas que sustituyen la espiritualidad por espiritismo, el orden y decencia bíblicos por la arbitrariedad, pero al igual que los Puritanos y el primer gran avivamiento del siglo XVIII buscamos más de la presencia de Dios y por ello no vemos la predicación como una conferencia o ensayo, ni como un acto de mera información, sino como un acto sumamente espiritual, que consiste en resucitar muertos y despertar dormidos, en el cual el ministro obra como un profeta en el sentido de que busca traer un mensaje fresco a través de las Escrituras de la presencia de Dios, no deseamos mitigar el espíritu al alimentarlo solo con conocimiento, sino que luchamos por ser una casa de oración y un pueblo servidor y evangelista por ende deseamos aclarar nuestro culto:
La adoración:
No es un sector de nuestro culto, es todo nuestro servicio matinal de 10-12:30 y vespertino de 2:30-4, es un acto espiritual, y lo hacemos de una forma sencilla, reverente y solemne, porque estamos en medio de una santa convocación con la expectativa de que el Señor nos visite (Mateo:18:20) de manera que las preferencias culturales y los gustos religiosos son sometidos a lo que el Espíritu ha revelado en las Sagradas Escrituras, claro, no por ello negamos las emociones, sino que buscamos cultivar en el alma el ser fervientes de espíritu para de esta forma ir siendo limpiados en nuestra conciencia (Hebreo:4:12) a fin de orar, entonar canticos espirituales y predicar expositivamente conforme a la Palabra de Dios con la que apuntamos al corazón.
Creemos en la unidad de la Biblia (2 Timoteo:3:16) y por ello vemos desde el Antiguo Testamento una forma clara de adoración congregacional, para la cual consideramos pertinente hablar del Día del Señor, el apoyo a la Adoración Familiar, la Reunión de Oración y la Música:
Día del Señor:
Creemos que los cielos y la tierra pasaran, pero el aspecto moral de la ley de Dios no pasara (1 Timoteo:1:8; Romanos:7:12), a causa de la inmutabilidad de un Dios tres veces santo y por ello debemos guardar el día Domingo (Exodo:20:8-11) y no solo la mañana para él, en términos de comunión congregacional; es una orden del Señor, no es una opción enunciada en los 10 mandamientos y con el mismo grado de perversidad que ve uno el adulterio, el Señor ve el no guardar su día (Ezequiel:20:21)
Adoración Familiar:
Para nosotros es preeminente el culto familiar diario en los hogares, y como iglesia tenemos el espacio de Escuela Dominical de Niños, de donde no los excluimos del mandato y de los beneficios de ellos estar en medio de la congregación, propiciando así un ambiente más didáctico al niño y adolescente, vemos un espacio para identificar dones y apoyamos el trabajo de los hogares, sin embargo ellos deben estar presentes durante el resto de culto y así tener parte en los otros instrumentos de adoración, para así ser bendecidos con los beneficios del pacto de gracia (Exodo:10:9. Mateo:19:14)
La Reunión de Oración:
Para nosotros es prioritaria, pues como decía el Principe de los Predicadores “la reunión de oración es el termómetro de una iglesia”. (2 Crónicas:7:14)
La Música:
Tenemos celo por la clase de música empleada en la adoración congregacional (Levitico:22:15), ya que tal recurso debe ser santo, para proteger la solemnidad, es decir, que deben emplearse en los canticos espirituales ritmos, melodías apartados para Dios, para no mezclar lo santo con lo inmundo o común, mundano (Ezequiel:22:26) y la letra ha de ser Cristológica, no antropocéntrica, pues creemos que la música tiene moralidad.
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